Es un hermoso lugar. El olor a tierra mojada evoca mi infancia, el intenso azul del cielo me roba una sonrisa y el susurro del río se adhiere
sutilmente al canto de las aves. La música empieza, la banda sonora
de un momento sublime. Levanto la mirada y ahí estas, mirándome dulcemente, yo
dispuesta a bailar contra todo pronóstico, imposible negarme en circunstancias
tan utópicas. Llevo puesto un vestido sesentero, acampanado y de flores de esos que tan segura me hacen sentir. Tomas
mi mano y giramos, somos tan ligeros que casi siento flotar. Entonces vuelvo mi
mirada a la tuya y… eres alguien más. Mientras seguimos bailando y en cada
parpadeo te veo ser tantas personas que empiezo a dudar de
quien soy, algo no anda bien, aun así el momento no ha perdido su encanto.
De pronto todo se llena de armas y la escena se nubla. Nos envuelve una atmósfera de terror…
terroristas israelíes! ¿Qué hacen aquí? ¿Qué es todo esto? Nuestras manos se
sueltan, se pierden la una a la otra, no floto más estoy inmóvil, abro los
ojos, despierto. Ha sido un descabellado sueño, una fusión inconsciente
de películas de amor y documentales vistos durante la semana.
1 comentario:
Hola Vicko!
Me alegró mucho encontrar tu comentario en mi blog (aunque vi que tuviste que buscar un poco antes de dar con "El post" =P)
Como siempre, tus letras preciosas. ¡Qué extraña es nuestra mente para fusionar de esa manera dos situaciones tan distintas! Qué bueno que despertaste antes de presenciar alguna escena terrible.
Un abrazo!
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