lunes, 14 de febrero de 2011

NO HAY PEOR SORDO QUE EL QUE NO QUIERE OIR

NO HAY PEOR SORDO QUE EL QUE NO QUIERE OIR
Palabras desde un noviembre azul, me apresuró a escribir esta entrada que tenía pendiente desde hace 1 semana. Pero antes de decirles de que se trata, vean el siguiente comercial:
Ahora con una idea previa, podemos empezar. Desde noviembre del 2009 a noviembre del 2010, estuve como voluntaria en un grupo de apoyo a personas con discapacidad auditiva. Por diversos motivos, entre ellos el económico no pude continuar. Aun así aprendí lo suficiente para comunicarme con estas personas. Pero llego la hora de volver a casa, sonriéndole a la vida.

El lugar donde vivo puede no será tan peligroso como una favela, pero tiene lo suyo en pandilleros disfrazados de fanáticos del futbol y muros con grafiti. No lo digo en son de queja, sino para que entiendan la siguiente situación. Casi frente a mi casa vive una familia muy pobre. Desde que tengo memoria, he visto al papa trabajando como soldador, y a sus hijos prácticamente dejados a su suerte. Por mucho tiempo no supe quien era la mama, pues veía a diferentes mujeres adultas saliendo y entrando de esa casa, entre ellas una mujer con problemas mentales, a la que siempre descarte. Vaya sorpresa cuando un día le pregunte a mi papá y me dijo que ella era la madre y que al señor nunca se le había visto con otra pareja.

Ellos tienen un hijo de 8 o 9 años que es sordo mudo, cuando mis amigos del grupo de voluntarios le han ofrecido enseñarle lenguaje de señas al niño, ellos no han aceptado pues dicen que su hijo no es sordo, simplemente “no escucha bien”. Y que en cuanto tengan el dinero lo operarán y podrá llevar una vida normal. Así que según ellos no necesita aprender lenguaje de señas.
Cuando mi amigos me contaron no sabía si reírme o sentir cólera, apenas y tienen para comer, como para negarse a que su hijo reciba un curso gratuito de lenguaje de señas, creyendo que un día tendrán la plata para pagar tremenda operación. Supongo que nunca han podido salir del estado de negación.

El otro día mi hermano compro un cachorrito y llego a casa acompañado del niño que estaba muy entretenido con el animalito, me contó que el pequeño lo estuvo acompañando algo de 2 horas, como verán su familia apenas notó su ausencia. Aproveche para enseñarle un par de señas. Verlo tan sucio y a la vez tan sonriente y ávido de aprender, me hizo pensar en la necesidad que tiene de comunicarse. Dentro de mí, una voz gritaba que tengo la responsabilidad moral y espiritual de enseñarle, pero a la vez me siento tan limitada. No es simplemente como enseñarle a escribir a un oyente, es más como enseñarle a hablar. He conocido sordos que saben pocas señas y ayudarlos era una tarea difícil, pero esto no se le compara, pues lo que él sabe es ABSOLUTAMENTE NADA!

A veces quisiera que esta conciencia mía se quedara callada, pero entonces me grita con más fuerza. Intentare enseñarle un poco, espero no tener problemas con su familia. Y si en algún momento ya no dejan que yo le enseñe, al menos sabré que lo intenté, que no me quede sentada esperando que otros traigan las soluciones, que no me escondí cuando las cosas se pusieron difíciles.

Nos vemos en el camino.
Tchau 

2 comentarios:

Sebastian Medina dijo...

Hola, me parece genial, no te rindas.

tampoco la acalles tu conciencia.

Mucha suerte

Anónimo dijo...

SIMPLEMENTE ORGULLOSA DE SER TU AMIGA!!!
VAMOS VICKO ENSEÑALE A HABLAR.
ATTE. LA INOPORTUNA

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