martes, 10 de marzo de 2015

MIL PEGATINAS

En esta nueva etapa de mi vida, de la que aún tengo pendiente ponerlos al día, he conocido a gente con historias de esas que deberían ser falsas.

Analy (13 años) y José (10 años) son hermanos. Vinieron a la costa con sus padres en busca de una vida mejor. Su padre que se ausentaba por largas temporadas para trabajar y traer algo a casa los abandonó al encontrar a su esposa embarazada de otro. Culparía yo a ella de su propia desgracia, sino fuera porque tiene problemas mentales y aquel embarazo fue prácticamente producto de un abuso. El pequeño cuya existencia cambio la vida de sus hermanos tiene ahora 7 años y tampoco es mentalmente estable. Así que son los mayores, aquellos niños descalzos, los que trabajan como adultos para traer dinero a ese precario hogar de 4 mt2, donde solo hay dos camas en pésimo estado y una mesa. Donde se llenan los vacíos con basura en los rincones y cuyo techo se ha vuelto negro por el carbón que usan para cocinar. Son ellos los que a pesar de conocerme hace algunos meses, recién el domingo 8 de Marzo me hicieron pasar y me ofrecieron compartir conmigo su desayuno. Intentando después de todo confiar nuevamente en alguien. Quise ese mismo día escribir algo al respecto, pero las letras me huían como han hecho en los últimos meses. Hasta que ayer, en uno de esos momentos en que a la vida se le da por engreírnos, descubrí la música de Alvaro Buendía y las letras fluyeron con la facilidad de los viejos tiempos.


Tu alegría de cristal
rearmada con pegatinas
ya se puso aquel disfraz
que hizo con las cortinas.

Va bailando aunque a ratos
esté a punto de perder
una de sus muchas piezas
que logro juntar ayer.

La han herido tantas veces
que ha llegado a imaginar
que es así como se debe
y que eso debe ser amar.

Mas como le explico a ella
que nada de eso es normal,
como hago que esa sonrisa
no rete a la gravedad.

No puedo cambiarte el mundo
y el pasado ya quedó
impregnado en tu memoria,
rasgando tu corazón.

Aun así me has presentado
esa alegría de cristal,
confiando a pesar de todo
en mi tu fragilidad.

Yo asumiendo el privilegio,
el honor que tu me das,
le he comprado pegatinas
para que pueda bailar.

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