Su arquitectura colonial ha sido perfectamente fusionada con pinturas de estilo moderno. Sentadas, medio comiendo un postre que resultó sorpresivamente rico, intentamos interpretar cada una de ellas. Sonaban entonces mezclas de rock y blues que mi padre suele escuchar, pero que normalmente no llegarían a oídos de LA INOPORTUNA, quien con orgullo prefiere el latín y el pop de Justin Bieber. Mas por ser este uno de esos momentos que pasan a la lista de los que le contarás a tus hijos, le pareció, para mi asombro, una perfecta banda sonora de lo que estábamos viviendo.
Relajadas hasta las uñas, respirábamos el olor a verdadero café recién pasado (que le daba el toque perfecto y final a este sueño).
Fotografiábamos curiosas las arañas colgantes, la añeja caja registradora y el piano que me pasó inadvertido hasta que la chica que nos atendió se sentó a casi tocarlo, digo casi porque llegaron clientes y tuvo que ir a atenderlos. Al menos alcancé a tomarle una foto junto a el.
La chica que nos atendió. |
El chico de la barra. |
Esa si es mi mano. Me gusta ese piano. |
Llegó la hora de irnos y continuar el paseo. Próxima parada, el "Museo del Juguete".
Nos vemos ahí.
Tchau
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